martes, 2 de febrero de 2010

Antártida


No existe el fin del mundo.

Pero existe un límite del mundo.

Existe un continente sin edad.

Que sólo permanece. Como un mundo dentro del mundo.

Antártida. En ese lugar todavía el mundo puede empezar de cero.

La pequeña comunidad de hombres y de naciones que lo habitan, lo hacen sobre la base de la solidaridad y la cooperación. Las banderas parecen flamear siempre blancas. Como si su soberanía fuera universal: una soberanía del hombre sobre una oscuridad blanca, en la que avanza a tientas.

Hay un continente donde nunca un hombre fue asesinado por otro hombre: se llama Antártida. Un continente blanco donde nunca un hombre murió en manos de otro hombre.

Y la mayoría de ese inmenso espacio permanece congelada.

Una parte del mundo que aún no es mundo, que duerme fría como un mundo viejo o que aún no ha nacido. Y, sin embargo, toda la antigüedad del planeta es esa agua, ese hielo, esa nevada.

Un frío incomprensible, un frío donde todo es afuera, donde no hay adentros. Donde todas las criaturas, toda el agua, todo es parte de la intemperie. Todo ahí ha decidido permanecer bajo cero.

Un mundo que Dios hizo más fácil. Porque allí inventó el blanco, el blanco, todo el blanco: nevadas sobre la nieve, glaciares, blanco sobre blanco hasta que aparecen las pequeñas manchas negras de otras vidas.

¿Quiénes van allí, quiénes van y desde dónde a recorrer, a investigar, a ampliar la frontera de la humanidad lentamente, año a año, en nombre del conocimiento? ¿Quiénes son los argentinos que van en nombre del patrimonio de siglos de preguntas que se hace el hombre? ¿Cómo es para un argentino ese lugar, cómo se hace para sentirse uno mismo, para sentir que uno viene de donde viene? ¿Cómo es despertar, calentar una pava, oír la radio, reír, en ese límite? ¿Cómo es volver de allí? ¿Cómo es extrañar ese abismo que rodea una Base, una nevada incesante que lleva siglos cayendo? ¿Se siente distinto el que vuelve de allá, se siente como el convicto que fue a una guerra, pero como si hubiese ido a la Paz? ¿Cómo es ese lugar que merece la oportunidad de no ser el mundo, de no ser como el mundo?

Hay un grado cero. Un grado cero de la experiencia de ser argentino, de ser latinoamericano, de ser hombre, de pertenecer a la humanidad.

Hay un lugar que no ha empezado. Y que es necesario que así permanezca.

Antártida es donde el mundo afirma su soberanía sobre el hombre.